lunes, 9 de mayo de 2016

Cap 1 - La Niña de Fuego

La niña de fuego

­¿Estarás bien a partir de ahora Sekime? — Una maólica de pelaje blanco como el alabastro salía de aquel furgón gris con los puños apretados. Las letras OITAN se podían ver pintadas a ambos laterales del vehículo junto con los dibujos de un par de colas blancas, casualmente idénticas a las de la mujer que acababa de salir de allí.
A las afueras de Blackriver, una pequeña aldea situada en el extremo oeste de Veritia, una localidad donde todos se conocían y donde era imposible mantener un secreto. Sus habitantes eran mal conocidos por hablar más que respirar pero gracias a ello era de los mejores sitios del continente para meterse dentro de asuntos turbios. La localidad o bien recibía visitas con objetivo de conseguir información, o bien visitas temporales para ir al puerto, el único del área que disponía de unas tarifas para el continente helado, Eronhen.
La joven permaneció callada, apretando sus puños y bajando la mirada hasta el suelo. El conductor del auto espetó a su compañero.  Dresh, déjala en paz, después de todo lo que ha vivido lo raro sería que hablara con nosotros— Afirmó con la cabeza al tiempo que soltaba un perceptible suspiro. Si… tienes razón, de todas maneras…— Se dio la vuelta y abrió una pequeña bolsa de plástico que se encontraba en una esquina del vehículo. —Toma, si pasa cualquier cosa, no lo quiera la divina, quizás esto te saque del apuro— Agarró una de las cálidas manos de ella entregándole una tarjeta color, mitad blanco, mitad negro con la misma marca que tenía el furgón en color rojo. Tras eso se despidió con una sonrisa, golpeó la puerta para cerrarla y se alejó del puerto perdiéndose en el atardecer.
Ella volvió a levantar su cabeza, la giró para encararse hacia el barco, aún se veía una gran cantidad de gente haciendo cola para entrar, mayormente humanos, pero también algún maólico y un elfo con sombrero de copa negro que destacaba sobre el resto. En una esquina se veía aparcado un pequeño coche color rojo brillante, probablemente acababan de relucirlo y saliendo por una de sus brillantes puertas traseras una chica, se veía por la forma de su cuerpo que no llegaría a los 20 años, el pelo largo y rubio llegándole un poco por debajo de los hombros, llevaba una camisa de tela sin mangas de color beige junto con unos vaqueros pequeños que no llegaban a la rodilla, la acompañaba un par de maletas de ruedas cerradas ambas con candados plateados encima de unos ribetes dorados probablemente para distinguirlas del resto. Una mujer de pelo castaño y mucho más corto y rizado hablaba con ella desde el asiento del conductor.
La maólica empezó su camino hacia la cola para entrar al barco, guardó sus manos en la chaqueta negra que llevaba la cual gracias a la capucha ocultaba sus orejas. ¿Eres la última? — La sorprendió la voz de una rubia, la misma que había visto antes. Respondió a su pregunta con un leve gesto de cabeza y una voz tan fina como un susurro. Si…—.
Dirigió su mirada una vez más hacia el barco en el que pronto entraría, ya se podía ver a ese elfo con sombrero de copa entrando, el extremo de su traje ondeando al viento que traía un dulce olor del este.
Los pasos se sucedían uno tras otro de forma lenta e intermitente, los ojos de ella cada vez miraban más hacia el suelo y sus puños cada vez con más fuerza se apretaban Su pasaporte por favor—. El tono firme de un hombre adulto la despertó de sus pensamientos, le miró con los labios mordidos y levantando su mano para enseñarle la tarjeta de la OITAN que había recibido hace no mucho. Muy bien puede pasar, que tenga una estancia agradable—.
Por fin pisó el barco por dentro, una amplia estancia color dorado y plateado la rodeaba con una lámpara de brazos alargados y bombillas verde esmeralda como corona del salón. El resplandor del atardecer entraba por las cristaleras siendo bloqueado su trayecto por la muchedumbre, haciendo imposible admirar la zona por completo. Las vidrieras que tenía aquella embarcación enseñaban un dibujo de un castillo cubierto con un par de grandes alas blancas. Una larga alfombra roja con detalles amarillos conducía hasta el centro de la estancia, debajo de aquella gran araña brillante colgando del techo, desde allí se dispersaba y llevaba a otros sitios, la cocina, los camarotes, el sótano y finalmente los asientos.
El cabello  azul como el mar de la maólica brillaba con el fulgor de las bombillas mientras seguía su camino de forma inconsciente hasta sentarse en uno de los muchos asientos colocados en fila, de cara a un bar llamado “El mercader”. Suspiró y elevó su rostro hasta mirar el techo y sus focos de luz blanca ordenados en hileras. Tan solo esperaba que aquel viaje no durara mucho, pero aunque así fuera, ¿qué debería hacer a continuación?
Eres demasiado blanca, me estas dejando ciega— Escuchó una voz suave femenina, la misma de antes.
— Perdona…—
— Chica pero anímate, me llamo Delyra, ¿debería llamarte bombilla? — Interrogó sin esperar una respuesta.
Puedes… puedes llamarme Sekime, ni bombilla ni nada, solo… solo Sekime—
Que nombre taaaaan aburrido, te quedas como perlita, te va que ni pintado. —
¿Perlita, porque?Su mirada se perdió en las cercanías hasta que comprobó que la muchedumbre aun se encontraba hablando en el recibidor principal.
Pelo azul como el mar y pelaje blanco como las perlas, como dije, que ni pintadoSoltó una risilla más similar al sonido del grillo que a una risa normal y corriente.
¿Y qué pasa con mis ojos? Contestó señalando sus  pupilas rojas como el rubí.
Los he visto, pero como diría mi madre: Si algo molesta, simplemente olvídalo
¿Qué forma de educar no?
— Cómo si importara la forma de educar, y hablando de educar, ¿voy a educar a mi estómago vale? — Se levantó de un salto dirigiéndose hacia “El mercader” sentándose en una de las sillas altas de la barra.
— Tu esto…—
Un ensordecedor sonido evitó que terminara sus palabras, dando comienzo su primer viaje, avanzando entre las aguas hacia un continente nuevo para ella.
La maólica se levantó y apretó los pies para evitar caerse de cabeza al suelo, apoyó una de sus manos en la silla, si quería explorar un poco aquel mastodonte de metal en el que se encontraba tendría que esperar, lo que antes era una oleada de bocas parlantes en medio del salón ahora dejaba ver un pequeño estanco en el medio, vendiendo desde camisas hasta artículos de recuerdo de Veritia. Avanzó con cuidado sus pasos pegándose a la pared, a su izquierda ya se podía a Delyra comiendo un bocadillo con un refresco en un vaso cercano. Desvió la mirada rápidamente y siguió avanzando.
Esta vez un claustrofóbico pasillo, con pequeñas ventanas a su derecha que dejaban pasar la luz del sol y una sucesión de camarotes a su izquierda. 45, 47, 49, 51 decían las pequeñas placas de metal a los lados de las puertas mientras iba caminando como podía.
Se detuvo en seco al ver al joven que instantáneamente reconoció de cuando la llevaron al puerto. Un elfo de complexión más delgada y más bajo que ella, se cubría con un traje elegante color negro junto a un sombrero de copa del mismo color con una pluma de cuervo como ornamento. Su pelo, del mismo color que su indumentaria, caía en mechones hasta sus hombros mientras que sus ojos, naranjas y afilados como los de un maólico se fijaban en ella, como si quisiera verla arder.
— ¿Pero qué? —Musitó desviando la vista.
— ¿Acaso no tienes ojos en la cara gatita? —Su voz era fina, pero áspera como la lengua de un gato y la piel del cocodrilo.
Aquello detuvo por un breve instante su corazón, apretó sus puños y abrió lo suficiente su boca para enseñar sus colmillos, afilados como puñales al tiempo que empezaba a gruñir como si fuese un animal salvaje.
— Chica respira hondo que te me sulfuras— Aquella voz no era del elfo, era de la joven que acababa de conocer—
— Delyra…—
Su voz la devolvió a la calma que tenía antes de aquella palabra.
— ¿Tus papás no te han enseñado que no se le debe llamar gato a un maólico? Es un insulto muy grave—
El elfo las miró dejando entrever unos dientes puntiagudos como dagas—He oído cosas peores, además, fue ella quién se chocó conmigo—.
— ¿Acaso importa señor pupila? — Espetó mirando a la neko que se encontraba ahora mismo con la mirada perdida en el parquet.
— Señor pupila…. —. Repitió incrédulo— Esta bien perdona o lo que sea, me debéis una—.
Acto seguido se dio la vuelta y se alejó de ambas, dejándolas con un pensamiento en común, las ganas de no volverlo a ver.
— Ya te he salvado dos veces perlita, ya veré como me las devuelves—
— Espera…. ¿Cómo que dos veces? — Sus ojos volaron al instante desde el suelo hasta los de la rubia, al igual que sus puños se relajaban y estiraban.
— Una del señor pupilas y la otra de tener que cargar por la ceguera en todo el barco—
Aquello la tomó por sorpresa siendo interrumpida antes de poder pronunciar palabra.
— Voy a mi camarote ya, será mejor que hagas lo mismo perlita del océano, no… es mejor perlita a secas—
Una de sus manos se apoyó en el hombro de Sekime y junto al guiño de uno de sus ojos lilas entró por la puerta de la izquierda, número 51.
—Yo no tengo la culpa de nada— Murmuró tarde, ya nadie la escuchaba.

Suspiró con fuerza, su habitación era la 33, lo sabía gracias a Dresh que había hablado para reservar el camarote. Encaminó sus pasos hacia allí aprovechando que se empezaba a hacer de noche y la luz ambiente que entraba por los cristales se iba oscureciendo.
Las manecillas de reloj llegaron a marcar las 8 y 23 minutos cuando ella alcanzó la puerta. Número 33 decía la placa de metal de la izquierda, debajo de ella se veía escrita la palabra reservado.
Agarró el picaporte de hierro rojizo para entrar, la estancia en el interior estaba en la penumbra, una pequeña lámpara de brazos se alzaba anclada al techo, encima de una alfombra roja ornamentada. Una cama protegía la pared color sepia y debajo de esta una caja fuerte y una nevera gris que parecía no haberse abierto en mucho tiempo.
Los pasos de la maólica resonaron como las manecillas de un reloj, cerró la puerta tras de sí y miró alrededor. No tenía equipaje, ni siquiera había tenido tiempo de prepararlo después de todo lo sucedido en casa de Kreive. Negó con su cabeza intentando olvidarlo todo  sin demasiado éxito, echó su cuerpo en el colchón y mirando al techo cerró sus ojos color sangre.
La luz del amanecer la despertó a la mañana siguiente, se estiró un poco y restregó sus manos por sus párpados para apartar las legañas que le daban los buenos días. —No quería dormirme…— Pensó mientras se levantaba. Sus manos fueron moviéndose para quitarse la chaqueta, una oreja completamente blanca con un interior de tono rosa junto a otra completamente despedazada salieron al aire libre después de todo un día con la capucha puesta para ocultarlas. Dejó la cazadora en el respaldo de roble de una silla junto a la ventana y se agachó para abrir la nevera que vio el día anterior, dentro había una cerveza, un refresco de fresa y una tableta de chocolate sin abrir. Agarró tanto el refresco como el dulce que había al lado. No sería un buen desayuno pero al menos serviría para llegar al almuerzo.
Flexionó sus rodillas para sentarse en la cama en la que hacía unos minutos yacía, sus dedos tiraban de la platina que envolvía el dulce para acto seguido darle un mordisco y mirarlo fijamente.
Unos golpes secos en la puerta le llamaron la atención, no había contado el número de su camarote  por lo que resultaba extraño que alguien tocara. Se levantó con prisas, no quería que nadie viera lo ocurrido con su oreja, agarró la chaqueta y se la puso rápidamente junto con la capucha antes de ir hacia donde provenían los golpes.
— ¿Si? —arrastró el manillar para dejar ver el exterior.
 — Abréme perlita o echaré la puerta abajo—
Esa voz aterciopelada y fina era inconfundible.
— ¿A qué viene esa forma de hablar? —
—Oh, ¿lo de abréme?, siempre es bueno cambiar ¿no crees? Pero perdona si eres una enamorada de la literatura— El sarcasmo que desprendía se hacía mas y mas evidente con cada palabra que pronunciaba.
—Claro claro, en fin ¿qué quieres? Es muy temprano acabo de despertarme—
—Precisamente por eso, para desayunar juntas—
Los labios de la rubia se abrieron de par en par en una tremendamente alegre sonrisa al tiempo que levantaba sus palmas agarrando un sándwich mixto y una botella de agua.
— Mmh… bueno vale pero ¿cómo has sabido donde estaba? Nunca te he dicho mi camarote—
— ¿Acaso no es obvio? Simplemente fui de uno en uno mirando y preguntando, ahora apártate que no eres un palo precisamente—
Una vez mas no sabía que responder, quería preguntar por qué había hecho eso pero quizás no era necesario descubrirlo.
Se apartó a un lado para dejarla pasar, la maólica no parecía estar molesta, si bien no estaba gorda, era innegable que no era flaca.
— ¿Te han dicho alguna vez que eres como un caballo desbocado? —Susurró lo suficientemente alto para resultar audible al ver como entraba alborotada y colocaba su comida en la mesilla de noche.
— Eso es lo más bonito que me han dicho nunca, tu tampoco estas mal—
Se tiró en la cama sin cuidado mirando a la neko al tiempo que daba palmadas a las mantas para que se sentara.
— ¿Te vas a sentar perlita? Encima que he venido exclusivamente para verte a ti — Contrajo sus labios poniendo una de esas muecas típicas de los niños tristes.
— Resérvate esas carantoñas, no me gustan los niños y deja de llamarme así ya te he dicho mi nombre— Replicó con voz seca haciendo lo que le decía y colocándose a la izquierda de su visita.
—Sí, pero perlita te sienta tan bien que se me ha olvidado— Abrió el plástico de su desayuno mientras miraba a Sekime fijamente a los ojos —Lo cual me recuerda, ¿te has dormido con esa ropa? Eres mi heroína—.
Alguien con buen oído podría haber escuchado como tragaba saliva antes de responder. —Si... bueno se podría decir así—.
— ¿Y dime guapa, cuál es tu apellido? — Tomaba un sorbo de la botella que había traído mirando a la maólica con visible interés.
— No te acuerdas de mi nombre, ¿Por qué iba a decirte mi apellido? —
—Oh vamos, lo dices como si yo fuese la mala, tu nombre era demasiado complicado—
— Puedes tienes suerte entonces, no tengo apellido, te libras de aprendértelo—
— ¿Ninguno? Vaya, eso es…extraño supongo, el mío es misteal, ¿mola o no? — Ella lo confesó antes siquiera de que le preguntaran, como si fuese ese su objetivo.
— ¿Misteal? Suena extraño…—
— Bah, de extraño nada, suena bien—
— Ahora que me doy cuenta…— Continuó sin dejar a la peliazul hablar. — Estas hablando mucho más que antes, pero es normal, es que soy maravillosa—
Era verdad, inconscientemente se estaba empezando a mostrar más activa en compañía de Delyra.
—Cierto…ya hacía mucho que no hablaba tanto con alguien— Afirmó terminando de desayunar y levantándose de la cama.
—Es normal, tú tranquila, yo cada día también soy distinta—
— Vas lento… ¿terminas ya de comer? —
—Después yo soy el caballo desbocado, ya estamos llegando al puerto, hay que aprovechar—
—Espera… ¿Qué? — Su corazón empezó a latir cada vez más rápidamente, no tenía idea de que hacer una vez llegara y esperaba que tardaran más. Salió a cubierta llena de inseguridades.
El viento la golpeó en la cara al salir obligándola a agarrar con fuerza la capucha con el objetivo de que no dejara al descubierto sus orejas, se alongó a las barras en medio de un gran grupo de personas, entre maólicos de todo tipo y humanos.
A lo lejos se hicieron realidad sus temores, se divisaba una extensión de tierra cubierta con niebla, unas montañas solo visibles si afinabas la vista y mirabas el fondo, un olor a gasolina y un aire frío que entumeció sus dedos. A la derecha, en la cima de una cumbre un faro, ahora mismo apagado y un grupo de gaviotas sobrevolándolo.
Notó algo apoyarse en su hombro que habló sin darle tiempo a girar el cuello— ¿Bonito eh? Tenías ganas de llegar por lo que parece, saliste escopetada— La voz de Delyra inundó sus oídos.
—Si…supongo— La voz de esa chica ya estaba empezando a resultarle agradable.
— Una vez lleguemos te echaré de menos perlita, tengo el dinero de mi madre así que empezaré en algún hotel a vivir—
— Yo no tengo ni idea… —Contestó sin esperar la pregunta lo que parecía agradarla a juzgar por su sonrisa.
—Vente conmigo entonces, lo pasaremos bien, yo seré el caballero oscuro y tu mi pequeña acompañante—
— ¿Pequeña? Si tienes que ponerte de puntillas para apoyar la cabeza en mi hombro—
—Como diría mi madre…—
—Si molesta, olvídalo— Suspiró con fuerza.
—Exacto perlita, y mueve tu gran culo que ya estamos desembarcando. — Se apartó y desapareció corriendo hacia el vestíbulo.
Por un momento la maólica se miró no llevaba mas equipaje del que llevaba puesto, así que solo quedaba esperar.
Sólo media hora más tarde, a las 9 y 40 minutos se estaba formando la cola para bajar. En medio de esta Sekime, seguida de su, en este momento, primera amiga llevando las maletas con las que había entrado el día anterior. El tiempo fue pasando cada vez más lentamente, los segundos parecían minutos mientras esperaban y daban sus últimos pasos en aquel ferry.
— Una vez abajo estará esperándonos un taxista, nos llevará a nuestro hotel, cuervo algo creo que se llamaba, no estaba escuchando cuando me lo dijeron—
— Aja…— Estaba escuchando, pero también dudando—
—Tu tranquila guapa que yo me ocuparé de ti, mañana te llevo el desayuno a la cama si es que me levanto—
Su risa que continuó a sus palabras era tan estridente que podría despertar a los muertos
— A eso si que se le llama inseguridad— La neko solo giró su rostro para mirarla de soslayo.
Agarró su cabeza y la obligó a mirar al frente, ya habían bajado completamente del barco y la gente empezaba a dispersarse.
— Sekime…bienvenida a Bellbriel—



Por fin está aqui el primer capítulo, porfavor comentad y dejad vuestra opinión, estaré encantado de leerla y ver las criticas.

sábado, 7 de mayo de 2016

Disculpas 1

Lamento mucho todo este tiempo sin subir nada, he tenido algunos problemas personales y el capitulo 1 lo e tenido que volver a comenzar, aunque me a servido para mejorarlo. En teoría lo subiré para dentro de un par de días, si todo sale bien... espero...deseo...

sábado, 23 de abril de 2016

Vibelent 2 - Resumen

«Abrazaré al mundo hasta su ruina, os guste o no. »
Con sus poderes de manipulación, otorgados por uno de los numerosos conductos de Ylia surgidos por la paz de hace no menos de 13.000 años, una sombra se apodera de las ciudades cercanas y, tiempo después, del resto del mundo.
Otro poder proveniente de dicha paz concede a Sekime unas llamas azules poco antes de que una bestia gigante atacara la ciudad en la que ella y Delyra estaban viviendo, haciendo que estas deban huir por sus vidas.
Una tenebrosa serie de efectos han ocasionado que numerosos personajes se vean envueltos en un mundo convertido en desastre. Una ciudad estancada en el tiempo, un colosal remolino color azabache y más situaciones extrañas dan la bienvenida a unos jóvenes dispuestos a descubrir el misterio tras los conductos, aunque tengan que dar la vida por ello.

Presentación al blog

Hola, creo esta entrada para dar la bienvenida a quién sea que entre y además para explicar un poco en lo que consistirá el blog. En teoría únicamente consistirá en un libro el cual ahora mismo estoy en proceso de escritura, tanto del libro, sea la parte que sea, como cualquier historieta escrita por mi que obviamente formará parte del mismo mundo. Si hay algún cambio en ello, no os preocupéis, cualquier cosa estará en una zona distinta para distinguir unas entradas de otras. Lo dejo poraqui, no quiero explayarme y ademas porque justo ahora pondre una segunda entrada para el resumen, el cual ya tenía escrito de antemano. De una forma o de otra, buen día pasadlo bien y espero y deseo que os guste. Por supuesto cualquier pregunta será bien recibida.